ENTREVISTA AL VICEPRESIDENTE BOLIVIANO
Por: Pablo Stefanoni (El Mundo)
"Propuesta afiebrada". Así califica el vicepresidente boliviano, Álvaro García Linera, el reclamo de la oposición de sellar un pacto nacional como paso previo a la aplicación de la nueva Constitución. Rechaza la idea de "empate" -que él mismo usó en 2003-2004- y cree que la base social del "proceso de cambio" se consolidó en torno al 60%.
¿Es posible someter la Constitución a un pacto nacional como pide la oposición?
-Es una propuesta afiebrada. La respuesta del gobierno fue contundente: ya hay una ruta. Como ya ha señalado el presidente Evo Morales, el pacto sólo puede entenderse en el marco de la aplicación y el desarrollo de la nueva Constitución.
Para pedir un nuevo pacto se basan en la idea del "empate catastrófico" que fue un concepto difundido por usted hace unos años, ¿por qué cree que ya no es pertinente?
-En primer lugar, en términos estadísticos, una victoria 60-40 no puede ser ningún empate. Y una segunda línea de respuesta: en esta elección los bolivianos no hemos asistido a una confrontación entre dos proyectos de país, que es cuando la idea de "empate catastrófico" es válida. Nosotros estamos en presencia de un proyecto nacional que encuentra resistencias regionalizadas a partir de una serie de temores. El No a la nueva Constitución se construyó a partir de la difusión del miedo; del miedo en relación a la religión, a la familia, a la propiedad. y el miedo no es un proyecto político.
¿Entonces, en su opinión, ya no hay dos Bolivias?
-Mi hipótesis es que el empate se resolvió cuando el proyecto popular subsumió al proyecto autonomista y la derecha se quedó sin banderas. Como se ve en la elección del domingo, los sectores conservadores tienen una base potencial pero no tienen una línea propositiva. Y por eso es que se consolida una única matriz de Estado, economía y sociedad que se expresó en la nueva Constitución.
Pero el oficialismo retrocedió respecto al revocatorio del 10 de agosto, en la medida que la Media Luna autonomista vuelve a dibujarse en el mapa boliviano.
-Una cosa es Evo, con lo que simboliza en términos de honestidad y recuperación de los recursos naturales estratégicos, y otra, una propuesta de texto constitucional que arrastra una serie de tensiones. Pero, insisto, hay un núcleo duro del 60%. Y eso habiendo confrontado con una gran coalición de la derecha, en la que sólo faltaba el pato Donald, que buscó activar las fibras más sensibles de la sociedad. Estaban absolutamente todos, partidos tradicionales semidesaparecidos, sectores conservadores de la Iglesia, fuerzas cívicas fascistas, medios de comunicación opositores, sectores empresariales duros, todos articulados en torno al rechazo y no a la construcción de una alternativa.
Por: Pablo Stefanoni (El Mundo)
"Propuesta afiebrada". Así califica el vicepresidente boliviano, Álvaro García Linera, el reclamo de la oposición de sellar un pacto nacional como paso previo a la aplicación de la nueva Constitución. Rechaza la idea de "empate" -que él mismo usó en 2003-2004- y cree que la base social del "proceso de cambio" se consolidó en torno al 60%.
¿Es posible someter la Constitución a un pacto nacional como pide la oposición?
-Es una propuesta afiebrada. La respuesta del gobierno fue contundente: ya hay una ruta. Como ya ha señalado el presidente Evo Morales, el pacto sólo puede entenderse en el marco de la aplicación y el desarrollo de la nueva Constitución.
Para pedir un nuevo pacto se basan en la idea del "empate catastrófico" que fue un concepto difundido por usted hace unos años, ¿por qué cree que ya no es pertinente?
-En primer lugar, en términos estadísticos, una victoria 60-40 no puede ser ningún empate. Y una segunda línea de respuesta: en esta elección los bolivianos no hemos asistido a una confrontación entre dos proyectos de país, que es cuando la idea de "empate catastrófico" es válida. Nosotros estamos en presencia de un proyecto nacional que encuentra resistencias regionalizadas a partir de una serie de temores. El No a la nueva Constitución se construyó a partir de la difusión del miedo; del miedo en relación a la religión, a la familia, a la propiedad. y el miedo no es un proyecto político.
¿Entonces, en su opinión, ya no hay dos Bolivias?
-Mi hipótesis es que el empate se resolvió cuando el proyecto popular subsumió al proyecto autonomista y la derecha se quedó sin banderas. Como se ve en la elección del domingo, los sectores conservadores tienen una base potencial pero no tienen una línea propositiva. Y por eso es que se consolida una única matriz de Estado, economía y sociedad que se expresó en la nueva Constitución.
Pero el oficialismo retrocedió respecto al revocatorio del 10 de agosto, en la medida que la Media Luna autonomista vuelve a dibujarse en el mapa boliviano.
-Una cosa es Evo, con lo que simboliza en términos de honestidad y recuperación de los recursos naturales estratégicos, y otra, una propuesta de texto constitucional que arrastra una serie de tensiones. Pero, insisto, hay un núcleo duro del 60%. Y eso habiendo confrontado con una gran coalición de la derecha, en la que sólo faltaba el pato Donald, que buscó activar las fibras más sensibles de la sociedad. Estaban absolutamente todos, partidos tradicionales semidesaparecidos, sectores conservadores de la Iglesia, fuerzas cívicas fascistas, medios de comunicación opositores, sectores empresariales duros, todos articulados en torno al rechazo y no a la construcción de una alternativa.