María Laura Carpineta
La movilización de tropas brasileñas en la frontera con Paraguay se dio en medio de una disputa irresuelta entre los movimientos sociales afines a Lugo y los empresarios sojeros de origen brasileño por la posesión de tierras.
Diez mil soldados brasileños se instalaron toda la semana en la frontera con Paraguay y simularon una eventual toma de la represa hidroeléctrica binacional Itaipú. Utilizaron aviones, barcos, tanques y municiones, informó el diario de Asunción ABC Color y no desmintió el gobierno brasileño. El despliegue de fuerza cayó muy mal dentro del gobierno del ex obispo Fernando Lugo.
Apenas una semana antes de la movilización de las tropas brasileñas, el mandatario había prohibido la venta de tierras cultivables a extranjeros, una medida que irritó y preocupó a los cientos de terratenientes "brasiguayos", como se conoce en Paraguay a los inmigrantes brasileños que controlan las fincas sojeras cerca de la frontera. "Si creen que con los ejercicios militares que realizan en la frontera nos van a amedrentar, no lo van a lograr", advirtió Lugo.
El objetivo oficial del ejercicio era combatir el tráfico de drogas, armas y mercadería en la Triple Frontera. Pero según el canciller paraguayo Alejandro Hamed Franco, su par brasileño no le avisó con tiempo. Buenos Aires tampoco habría sido informada con antelación, pero según fuentes el Ministerio de Defensa, aquí la noticia no cayó tan mal porque los ejercicios apuntan hacia el territorio paraguayo.
En Asunción, en cambio, el gobierno no podía esconder su molestia. "Ningún milímetro del territorio y la soberanía del país puede ser molestado. Si esto ocurriera, la reacción paraguaya no se dejará esperar", aseguró el jueves Lugo, después de reconocer que por el momento las fuerzas brasileñas no habían atentado contra el país.
El de esta semana no es el primer ejercicio militar que Brasil realiza en la frontera. Se organizan todos los años y la última había sido a principios de junio pasado. En aquella ocasión, la única queja vino del gobierno local de Ciudad del Este. "Es lamentable la demostración de fuerza que realiza Brasil en la frontera de nuestro país", había declarado la intendenta Sandra McLeod.
Pero desde junio muchas cosas cambiaron en Paraguay. Después de 60 años de reinado del Partido Colorado, un ex obispo asumió la Presidencia y con él la promesa de una reforma agraria. De concretarse, los principales perjudicados serían los terratenientes "brasiguayos" y las transnacionales sojeras; los mismos que desde los '60, bajo la mano de hierro de Alfredo Stroessner, compraron miles de hectáreas sin límites ni control alguno.
Esta semana se terminó la tregua que los movimientos campesinos le habían dado a Lugo para arrancar con la reforma agraria. Los sin tierra advirtieron que a partir de ahora invadirán las grandes haciendas sojeras de extranjeros. El jueves ocuparon la primera en el departamento de San Pedro, cuna política de Lugo. A los dos días el gobierno paraguayo anunció la detención de casi cien campesinos en la otra punta del país.
Ayer el canciller brasileño Celso Amorim le pidió al gobierno paraguayo que "controlara los excesos" contra los brasiguayos.
La movilización de tropas brasileñas en la frontera con Paraguay se dio en medio de una disputa irresuelta entre los movimientos sociales afines a Lugo y los empresarios sojeros de origen brasileño por la posesión de tierras.
Diez mil soldados brasileños se instalaron toda la semana en la frontera con Paraguay y simularon una eventual toma de la represa hidroeléctrica binacional Itaipú. Utilizaron aviones, barcos, tanques y municiones, informó el diario de Asunción ABC Color y no desmintió el gobierno brasileño. El despliegue de fuerza cayó muy mal dentro del gobierno del ex obispo Fernando Lugo.
Apenas una semana antes de la movilización de las tropas brasileñas, el mandatario había prohibido la venta de tierras cultivables a extranjeros, una medida que irritó y preocupó a los cientos de terratenientes "brasiguayos", como se conoce en Paraguay a los inmigrantes brasileños que controlan las fincas sojeras cerca de la frontera. "Si creen que con los ejercicios militares que realizan en la frontera nos van a amedrentar, no lo van a lograr", advirtió Lugo.
El objetivo oficial del ejercicio era combatir el tráfico de drogas, armas y mercadería en la Triple Frontera. Pero según el canciller paraguayo Alejandro Hamed Franco, su par brasileño no le avisó con tiempo. Buenos Aires tampoco habría sido informada con antelación, pero según fuentes el Ministerio de Defensa, aquí la noticia no cayó tan mal porque los ejercicios apuntan hacia el territorio paraguayo.
En Asunción, en cambio, el gobierno no podía esconder su molestia. "Ningún milímetro del territorio y la soberanía del país puede ser molestado. Si esto ocurriera, la reacción paraguaya no se dejará esperar", aseguró el jueves Lugo, después de reconocer que por el momento las fuerzas brasileñas no habían atentado contra el país.
El de esta semana no es el primer ejercicio militar que Brasil realiza en la frontera. Se organizan todos los años y la última había sido a principios de junio pasado. En aquella ocasión, la única queja vino del gobierno local de Ciudad del Este. "Es lamentable la demostración de fuerza que realiza Brasil en la frontera de nuestro país", había declarado la intendenta Sandra McLeod.
Pero desde junio muchas cosas cambiaron en Paraguay. Después de 60 años de reinado del Partido Colorado, un ex obispo asumió la Presidencia y con él la promesa de una reforma agraria. De concretarse, los principales perjudicados serían los terratenientes "brasiguayos" y las transnacionales sojeras; los mismos que desde los '60, bajo la mano de hierro de Alfredo Stroessner, compraron miles de hectáreas sin límites ni control alguno.
Esta semana se terminó la tregua que los movimientos campesinos le habían dado a Lugo para arrancar con la reforma agraria. Los sin tierra advirtieron que a partir de ahora invadirán las grandes haciendas sojeras de extranjeros. El jueves ocuparon la primera en el departamento de San Pedro, cuna política de Lugo. A los dos días el gobierno paraguayo anunció la detención de casi cien campesinos en la otra punta del país.
Ayer el canciller brasileño Celso Amorim le pidió al gobierno paraguayo que "controlara los excesos" contra los brasiguayos.